Alice
tomaba el curso de Historia que ofrecía en la
tarde. En
el segundo semestre del año escolar era normal recibirle durante mi hora de
almuerzo para compartir algunas de sus inquietudes. Al principio se acercaba un tanto temerosa e
insegura, pero al pasar el tiempo llegaba llena de entusiasmo y alegría. Narraba sus historias esperando consejos de su
maestra por lo que me dediqué a escucharla con mucha atención.
Veía como revivía cada suceso que le causaba tanto temor, confusión e inseguridad a lo que le ayudaba a reconocerlos con unas simples preguntas; ¿Cómo te sientes? ¿Por qué crees que te sientes así? Le brindaba espacio a que se expresara y ella lograba identificar sus sentimientos. Entre los temores que Alice compartía podía identificar las ideas que habían sido sugeridas por los demás, estas eran la fuente de sus inquietudes. Ante las situaciones que narraba era imposible que utilizara estas ideas a favor de sus sentimientos, solo cumplían con las expectativas de otr@s. Desafortunadamente Alice no lo podía ver tan fácil y lo único que hacía era regresar a la situación una y otra vez tratando de resolverla profundizando cada vez más y más. No era hasta que contestaba una tercera pregunta que encontraba la solución, ¿Qué es lo que, realmente quieres? Al principio su respuesta era dirigida a alcanzar una meta material, pero luego comprendía que solo era la vía para sentirse como todos deseamos sentirnos, FELICES.
Durante
todo un semestre recibí la visita de Alice, cada día llena de más alegría y de
entusiasmo lograba responder a sus propias inquietudes. Ella sabía con exactitud lo que quería y lo
que necesitaba para obtener SU FELICIDAD. Lo que encontró en el salón de clases
fueron las herramientas y valentía para dejar atrás las ideas de otr@s y darle
valor a las de ella.Veía como revivía cada suceso que le causaba tanto temor, confusión e inseguridad a lo que le ayudaba a reconocerlos con unas simples preguntas; ¿Cómo te sientes? ¿Por qué crees que te sientes así? Le brindaba espacio a que se expresara y ella lograba identificar sus sentimientos. Entre los temores que Alice compartía podía identificar las ideas que habían sido sugeridas por los demás, estas eran la fuente de sus inquietudes. Ante las situaciones que narraba era imposible que utilizara estas ideas a favor de sus sentimientos, solo cumplían con las expectativas de otr@s. Desafortunadamente Alice no lo podía ver tan fácil y lo único que hacía era regresar a la situación una y otra vez tratando de resolverla profundizando cada vez más y más. No era hasta que contestaba una tercera pregunta que encontraba la solución, ¿Qué es lo que, realmente quieres? Al principio su respuesta era dirigida a alcanzar una meta material, pero luego comprendía que solo era la vía para sentirse como todos deseamos sentirnos, FELICES.
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