Recuerdo
que en muchas ocasiones que me decidía emprender un nuevo proyecto, luego de
crear el plan de acción, era casi inevitable que comenzara a cuestionarme, ¿Lo
estaré haciendo “bien”? ¿Le gustará a…?
¿Será bueno lo que estoy haciendo? ¿Será efectivo para…? Y entre pregunta y
pregunta me iba desanimando y posponiendo mis proyectos. De solo pensar en todas las personas que deseaba complacer y convencer me agotaba. Terminaba dejando a un lado las ideas y
proyectos que con tanto ánimo había comenzado a estructurar. Esto fue parte de mi experiencia de vida
hasta que comprendí que lo único que había logrado hacer, hasta entonces, fue
posponer ¡Mi Vida!
Así mismo
era, dejaba a un lado y posponía mi vida. Luego comprendí que cada pregunta que
me hacía era parte de intentar darle
vida a los demás y que me agotaba tanto porque, imagina, son tantas ideas las
que tenía que cumplir. Fue entonces que
decidí responder mis preguntas de una
sola forma, un enorme, fuerte y rotundo ¡Sí!
Sí, lo estoy
haciendo Bien. Sí me gusta. Sí es
excelente lo que hago. Sí, es efectivo
Todo lo que hago. Comencé a darme las
mejores calificaciones. Todo lo que
escribía tenía A+ y todo lo que hacía era A+.
Medía mis pasos como logros, no importaba que tan pequeños parecieran
los celebraba como lo que realmente son, un verdadero logro. Eso lo determinaba Yo.
Poco
a poco fui impulsando mi vida a un constante Sí y Ser un constante A+. Mis proyectos son parte de una satisfacción
única y ha inspirado a otros a que crean en ellos también. Ser un A+ me ha llevado a sentir lo que
siempre había soñado y deseado sentir sobre mi misma. De igual forma me brindó la oportunidad de
ver en los demás las cosas que los convierten en seres A+.
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